La intolerancia esencial de la psiquiatría, 1a parte
Entender la intolerancia esencial de la psiquiatría significa examinar los criterios de psiquiatría respecto a “enfermedad mental.” La pregunta clave es: ¿cuáles son los criterios reales que la psiquiatría usa para decidir si somos “enfermos mentales” o “normales”?
Las “enfermedades mentales” y sus “síntomas” son votadas por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría y listadas en su manual de diagnóstico, el DSM, que la Asociación revisa regularmente. En ocasiones poco frecuentes, cuando se han dado cambios socioculturales dramáticos —tales como aquellos relacionados con homosexualidad— una “enfermedad mental” ha sido eliminada por votación. Más frecuentemente, cambios socioculturales han resultado en adiciones a “enfermedad mental.”Los “síntomas” del TOD
incluyen: discute frecuentemente con figuras de autoridad, desafía activamente
o se rehúsa a cumplir con sus peticiones o reglas, pierde la calma y se enoja
fácilmente. Con el paso del tiempo, a estos jóvenes “disruptores”, les son
administrados fuertes fármacos, incluyendo antipsicóticos; como se informó en
2012 en la revista Archives of General Psychiatry, “de 2005 a 2009, los
trastornos de comportamiento disruptivo fueron los diagnósticos más comunes en
visitas antipsicóticas infantiles y adolescentes.
Las aboliciones y
adiciones de enfermedades por parte de la psiquiatría son una ventana a sus
criterios reales respecto a sus declaraciones sobre “enfermedades mentales” —
siendo sus criterios aquellos comportamientos que la Asociación Estadounidense
de Psiquiatría cree que producen malestar, tensión y resultan no convenientes
en la sociedad de los EEUU.
Para los años de la
década de los ‘80s, la sociedad estadounidense se hacía más tolerante respecto
a la homosexualidad, lo cual creaba menos malestar. Sin embargo, la sociedad de
EEUU se hacía cada vez menos tolerante respecto a personas jóvenes que no
cumplían en lo cognitivo y comportamental con exigencias académicas y autoridades
adultas, y la Asociación Estadounidense de Psiquiatría creía que estas personas
jóvenes estaban causando un malestar, tensión y eran no convenientes para la
sociedad de EEUU.
Para los años 1980s, el
éxito académico era percibido, crecientemente, tan vital en la sociedad
estadounidense, que la psiquiatría fue capaz de explotar el temor parental de
que los niños no cumplieran en lo cognitivo y comportamental con las exigencias
escolares y asistieran a la universidad, fracasarían en lo financiero. Con ese
temor, no se prestó la atención debida a si los diagnósticos de enfermedad y
tratamientos con medicamentos ayudarían a esos niños en el largo plazo. Se
pensó todavía menos en si es o no deseable tener una sociedad en la que
aquellos niños que no cumplen con la educación estándar deben ser considerados
mentalmente enfermos. En contraste con las décadas de 1960 y los 70s, una era
en la que el autoritarismo fue desafiado rutinariamente, los esfuerzos han
disminuido para proveer una educación verdaderamente diversa para el numeroso
grupo de niños que por naturaleza, no son dados a cumplir o a ser conformes.
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